La huella genética de cada persona es única, un hecho que hace que este tipo de prueba sea tan confiable. Un niño biológico comparte el 50% de su ADN con el padre biológico y el 50% con la madre biológica. Una prueba de paternidad de ADN compara una muestra de ADN de un presunto padre y una muestra de ADN de un niño (menor o adulto) para determinar si es probable que las dos personas compartan o no una relación biológica padre/hijo. Con la excepción de cualquier mutación, que los genetistas toman en cuenta al determinar la probabilidad de paternidad, el hombre que se somete a la prueba debe coincidir con los datos del niño en cada marcador analizado para ser considerado el padre biológico.